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Retrato

Eva-Maria Hagen, actriz y cantante

Eva-Maria Hagen no recibió su carrera de actriz en la cuna, como un regalo del cielo; dicha cuna se hallaba muy lejos en el Este de Alemania, ella era una niña de corta edad en la Pomerania Ulterior, y hoy día recuerda aún con cariño aquella niñez, a pesar de todas las convulsiones de la guerra y la posguerra. Todavía mantiene una relación romántica con la naturaleza, y cuida con amorosa entrega su pequeña finca campesina en la Uckermark, donde pasa todos los veranos y pinta cuadros o ensaya nuevas canciones. Pero normalmente habita hoy Hamburgo-Uhlenhorst, cerca del Alster.

Expulsada de la "fría patria chica" más allá del Oder, Eva María llegó a la República Democrática Alemana junto con su madre y un hermano. Se dedicó muy pronto a la escena, y ya con su primer filme en la DEFA se hizo famosa y popular como prototipo de la adolescente rebelde. Su vida experimentó un cambio radical cuando -tras de un matrimonio fracasado, del que procede su hija Nina- se enamoró del escritor y cantante Wolf Biermann el año 1965, que había venido del Occidente diez años antes, pero que ya entonces había caído en desgracia ante las autoridades de la República Democrática Alemana. Ambos eran jóvenes socialistas y decididos antifascistas, ambos deseaban una sociedad mejor que la que habían conocido hasta entonces, con guerra y hambre, antisemitismo y una permanente amenaza de la libertad, y ambos lucharon con medios artísticos, con la palabra y con la música, contra el anquilosamiento y la burocratización del "socialismo real" en la RDA. Una empresa totalmente desesperada en las décadas de los sesenta y setenta: la guerra fría mantuvo a ambos Estados alemanes aherrojados en sus sistemas de alianzas, y algunos pocos individuos, como Wolf Biermann y ella, apenas si tenían la posibilidad de oponer algo a los jerarcas comunistas del Este. Bajo el título de "Eva y el Lobo" (en alusión al nombre de Biermann), publicó ella en un libro esta historia.

Cuando la RDA privó de su nacionalidad a Biermann el año 1976, durante una jira de conciertos de éste en la República Federal, Eva Maria Hagen se sintió como golpeada por un mazo. Decide someterse a las exigencias de la SED (Partido Socialista Unificado de Alemania), y presenta una solicitud para poder salir al extranjero, que le es concedida inmediatamente, lo mismo que a su hija Nina. Esta se hará pronto famosa en el Oeste como cantante de rock, con su talento desenfadado y procaz y su magnífica voz. Su madre tiene mayores dificultades para adaptarse a la otra Alemania.

Tras de la caída del Muro de Berlín y la reunificación, Eva-Maria Hagen se presenta en publico nuevamente en toda Alemania, en ocasiones también con su hija Nina y la hija de ésta, Cosma, que a su vez logra también algunos éxitos como actriz: se trata sin duda de una dinastía femenina muy atractiva, simpática en extremo, un tanto alocada, poseedora de grandes dotes y extremadamente productiva.

No cabe la menor duda: quien, dejando de lado las banales canciones de moda y la deslucida música pop en lengua alemana, busca en este país canciones de amor, chansons políticas y poesía musical, chocará inevitablemente con Eva-Maria Hagen, que no ha descuidado sus artes de actriz en favor de una activa vida trashumante como cantante. En su ámplísimo programa figuran también -junto a las baladas de su antiguo gran amor Wolf Biermann- songs de Bert Brecht y chansons de poetas franceses, rudos y procaces cantos rusos y tiernas romanzas gitanas, canciones populares del Báltico y melodías judías. Amplia, en correspondencia, es la oferta de sus discos compactos, que sólo pueden ser adquiridos en la librería de ventas por correspondencia "200 D" y a través del Internet (www.eva-maria-hagen.de). Recientemente, una cantante antaño muy famosa en la RDA se lamentó ante su colega Eva-Maria Hagen de que después del cambio político en Alemania, no sabía ya cuáles de sus antiguas canciones podía cantar todavía; la Hagen le ofreció, en broma, un manojo de songs, y le dijo: dispongo de un tesoro tan grande de canciones que puedo renunciar gustosamente a un par de ellas.

Peter Laudan

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